El pasado mes de junio concluyó, tras ocho años, una de las series antológicas de los últimos tiempos. «El cuento de la criada» («The Handmaid’s Tale»), basada en la novela homónima de Margaret Atwood, se despidió para siempre y con ella el personaje de June Osborne, intepretada por una magistral Elisabeth Moss.
Convertida en mártir y heroína, esta madre, esposa y amante, ya es un icono para toda una generación que, tanto en el libro como en la serie, asistió a su lucha para enfrentarse a Gilead, un régimen fundamentalista que hace caer al gobierno de Estados Unidos y en el que se viola de manera institucionalizada a las mujeres para que tengan hijos que después pasar a ser propiedad de familias pudientes .
Como una de las pocas mujeres fértiles que quedan, Defred (June) es una criada, una más de la casta de mujeres forzadas a una servidumbre sexual para intentar repoblar el mundo. Su doloroso recorrido durante seis temporadas nos hizo creer que todo es posible, incluso una distopía de tal calibre, y su forma de enfrentarse a la opresión y a la brutalidad, que no debemos dormirnos ante el retroceso de los derechos de la mujer.
Así lo deja claro June desde el principio, sentada en la ventana de su celda en forma de buhardilla hogareña y mirándonos de frente: «Antes estaba dormida. Así es como ocurrió todo (…) Ahora estoy despierta». Un aviso a navegantes, sobre todo mujeres. Para grabarse a fuego lento, por si algún día nos sorprende algo que creíamos imposible.








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