Hay multitud de libros, películas y exposiciones dedicadas a la figura de la estadounidense Marguerite «Peggy» Guggenheim (1898-1979). Pero curiosamente sigue siendo una mujer algo desconocida fuera del mundo del arte. Más allá de esos márgenes, muchos no saben que fue una de la mayores coleccionistas de arte del mundo, mecenas y figura destacada de las corrientes más modernas. Tenía un ojo casi único para el talento emergente y una fuerza arrolladora para darlo a conocer.
Nació en Nueva York, hija de Benjamin Guggenheim, quien falleció en el hundimiento del «Titanic», y de Florette Seligman. Fue su tío, Solomon R. Guggenheim quien dio vida a la Fundación Guggenheim que gestiona los dos museos que llevan ese nombre en Bilbao y en Nueva York.
Su sobrina Peggy, como heredera de la fortuna Guggenheim, entró de lleno en el mundo artístico y se dedicó a coleccionar obras de arte moderno y surrealista, abriendo galerías en Europa y Nueva York, y finalmente estableciendo la Colección Peggy Guggenheim en Venecia, una de las atracciones turísticas más visitadas de la ciudad. Esta colección, adquirida principalmente durante la Segunda Guerra Mundial, abarcaba obras de artistas como Picasso, Braque, Dalí o Mondrian, entre otros.
Y es que con tan solo 21 años se trasladó a Europa para sumergirse en el ambiente artístico parisino. Fue así como fraguó su carrera como coleccionista y mecenas.

Su papel más destacado en los libros y películas donde aparece fue el descubrimiento de Jackson Pollock. El papel de la heredera fue fundamental en la carrera del pintor, ya que le organizó su primera exposición individual y promovió su obra.
También fue impulsora del expresionismo abstracto americano con su galería «Art of This Century» en Nueva York, abierta en 1942: un centro para el arte moderno y un puente entre el dadaísmo y el surrealismo europeos y el expresionismo abstracto americano.
Asimismo descubrió y apoyó a otros artistas como Robert Motherwell, Mark Rothko, William Baziotes, David Hare y Richard Pousette-Dart. Previamente, dentro del arte moderno europeo, ya había introducido a críticos y artistas europeos como Tanguy y Kandinsky en Londres con su galería «Guggenheim Jeune», abierta en 1938.
El documental «Peggy Guggenheim: Art Addict» (2015), dirigido por Lisa Immordino, repasa su trayectoria como coleccionista pero también su agitada vida personal, como mujer librepensadora y nada sujeta a los roles de género.
Su legado hoy es inmortal y perdura como una de las figuras más influyentes en la promoción y el descubrimiento del arte moderno y contemporáneo. Con ello además abrió camino para otras mujeres coleccionistas y mecenas. Fue, casi sin darse cuenta, una pionera de la igualdad durante las décadas más difíciles para el arte (y para el feminismo) del pasado siglo.








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