Con tan solo 19 años, Gabriela ya ejerce como maestra interina en los años veinte del siglo pasado. Pero lo hace en un pueblo casi aislado de las montañas leonesas e inicia su sueño a trompicones, conociendo las carencias, la miseria y las horribles condiciones de vida del medio rural en aquellos años.

Aunque también conoce a grandes personas que la ayudan en su aprendizaje vital, cuanto la maestra obtiene su título oficial, pide un traslado a Guinea Ecuatorial, por entonces colonia española, donde los sinsabores no cesan ante su contemplación del racismo y la explotación.

Gabriela regresa a España y se casa con otro maestro, con quien vive en Los Valles mineros la quincena previa a la Guerra Civil: la declaración de la República, las Misiones Pedagógicas, el Frente Único de los Maestros, la revolución de los mineros y los días previos al golpe de Estado que llevó al país a la dictadura franquista.

El sueño de la maestra se convierte así en un sueño «maldito», un sueño que «no llega, que siempre está empezando». Y aunque su historia es ficticia, en realidad no lo es. Porque el libro «Historia de una maestra» que lo cuenta es un testimonio histórico que alumbró la escritora y pedagoga Josefina Aldecoa tomando como base los relatos verdaderos que le contó su madre, que fue docente y a quien está dedicada la obra.

Aldecoa lo publicó en 1990 como homenaje a todos los maestros y maestras de la República, a su esfuerzo y dedicación «en unos momentos de nuestra historia e los que su sacrificio estaba justificado por la necesidad de salvar al país educándolo»

Esta maravillosa obra forma parte de la trilogía que la escritora después completó con «Mujeres de negro» y «La fuerza del destino», pero la primera parte, por sí misma, es un recuerdo muy valioso de uno años difíciles, de muchas luchas de maestros y maestras que se vieron truncadas por el odio y el fanatismo.

La historia de Gabriela es la de una mujer luchadora. En su interior y en su exterior. Contra sí misma y contra las injusticias. Pero sobre todo es la historia de muchas mujeres solas, abandonadas, frustradas, anónimas, que levantaron la cabeza y pudieron hacer mucho (a veces todo) por su alumnado y por sus vecinas. Eso también ha sido una justicia social olvidada.

Su radiante sororidad la deja clara Josefina Aldecoa, quien junto a Carmen Martín Gaite fue el símbolo feminista de la llamada «Generación de los 50», cuando a la mitad de «Historia de una maestra», su protagonista proclama: «Si voy mirando hacia atras siempre encuentro en el pasado una mujer que me ha ayudado a vivir».