Es una frase manida. Se ha dicho en cientos de películas, libros, series, canciones… Pero no por ello deja de ser una de las máximas que cada cual debe repetirse cada día. Hoy la traemos a colación para recordar una de las mejores series de la factoria de Ryan Murphy: «Pose», uno de los mejores alegatos televisivos sobre el empoderamiento del colectivo LGTBIQ+ .
Esas palabras las repite Blanca «Evangelista», una de las protagonistas de la serie, en varias ocasiones. En el contexto de «Pose» no solo enfatiza la importancia de vivir plenamente, sino de hacerlo además enfrentando estigmas como la discriminación, la transexualidad o el VIH/SIDA, que son en los que se centran sus tres fabulosas temporadas.
La evolución y empoderamiento de su protagonista, una mujer trans (interpretada por la cantante y actriz MJ Rodríguez) es el núcleo de la serie, rodeada de personajes magnéticos, auténticos y sublimes como Elektra (Dominique Jackson), Pray Tell (el multipremiado Billy Porter) o Angel (Indya Moore).
Todos ellos recorren la escena cultural afroamericana y latina LGBTQ+ de la ciudad de Nueva York en la década de 1980. Son bailarinas, showmen y modelos que compiten por trofeos y reconocimiento en esta cultura underground, y que se apoyan mutuamente en una red de familias elegidas conocidas como houses.
Pero, ante todo, «Pose» («Posa», en castellano, rescatado del «Vogue» de Madonna) es un canto al amor, la amistad, la acogida, la tolerancia y las ganas de vivir. No hay ningún personaje plano. Todos reflejan un crisol de personalidades que se transforman y fluctúan bajo el paraguas de la brillantina, la elegancia y la sabiduría emocional.
Posar como forma de vida, pero más allá de una simple pose. Posar para vivir, para enfrentar la enfermedad de la intolerancia. Ese el paradigma que se forjó en la Gran Manzana en los años 80 y que deja patente cada escena. Por eso la repetición de esa frase. Siempre y cada día.








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