Un mundo en silencio. Donde solo las luces que sustituyen al timbre, la lengua de signos, el tacto y la lectura de los labios de los demás cuando hablan pueden acercarte a la realidad que percibe el resto de la gente. Ese es el universo de Ángela en «Sorda», la película sorpresa que se convirtió en la gran triunfadora de la última edición del Festival de Málaga y todo un alegato en favor de la lucha diaria de la comunidad de personas que no pueden oír. De hecho, está basada en testimonios reales de mujeres sordas.
El espléndido debut de la cineasta Eva Libertad en el largometraje cuenta la historia de esta mujer, fabulosamente intepretada por Miriam Garlo, sorda también en la realidad, y que ya interpretó el mismo papel en el cortometraje previo, rodado por la misma directora hace cuatro años.
Ángela va a tener un bebé con Héctor, su pareja oyente, interpretado por un magistral Álvaro Cervantes. Pero el embarazo hace aflorar sus miedos frente la maternidad y sobre cómo podrá comunicarse con su hija. La llegada de la niña genera una crisis en la pareja y lleva a la protagonista a afrontar la crianza de su hija en un mundo lleno de obstáculos.
La estructura de la película, sustitulada en su totalidad, nos hace contemplar primero como la protagonista vive una vida plena junto a su pareja. Él conoce a la perfección la lengua de signos y ambos mantienen una intimidad y una relación casi perfecta. Después, y de manera muy sutil, profundiza en los miedos que asolan a la futura madre sorda.
Su angustia por el parto, por «hacer algo mal», se suma después a su propia maternidad. Ángela se desenvuelve como puede en un mundo que no está preparado para el silencio absoluto, en unas relaciones que son cómodas en amigos sordos como ella, pero muy difíciles con otras personas que actúan como si pudiera escuchar.
En paralelo, la crisis de pareja se hace inevitable cuando la crianza de la niña no responde a las exigencias de su madre. Su pareja intenta que así sea, pero ¿es posible signar todo el rato a una bebé? ¿Es comprensible olvidar por unos momentos que la madre es sorda? ¿Se pueden conjugar ambos universos con la maternidad?
«Sorda» tiene entre su metraje varias sorpresas que no desvelamos, sobre todo al final, que sirven para comprender los sentimientos y las emociones desbordadas de Ángela, pero también deja un hueco para comprender sus capacidades, las de su pareja y la lucha de ambos por encontrarse.
Es, en definitiva, un canto a una mujer luchadora, al amor, a la amistad, a la crianza y a la diversidad funcional. Ángela es el rostro de todo ello. Un rostro de mujer repleto de matices bajo la batuta de una directora que promete. Y mucho.








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