El hombro descubierto, el cuello recostado, parte de un pecho, la cara ladeada sobre una mano. El gesto triste, casi dormido, lacrimoso. La sensualidad y la devastación emanan, al mismo tiempo, de cada rincón de luz del cuadro «María Magdalena como la Melancolía» de la artista barroca italiana Artemisia Gentileschi, una de las pintoras (muy pocas) más reconocidas de la historia del arte.

De hecho, esta obra es considerada la obra maestra de la artista y recientemente ha regresado al Patio de los Óleos de la Catedral de Sevilla, donde se expone de manera permanente, tras su paso por el Museo Jacquemart-André de París.

En la capital de Francia ha formado parte de la exposición «Artemisia, heroína del arte», dedicada a la pintora italiana, comisariada por Patrizia Cavazzini, Maria Cristina Terzaghi y Pierre Curie.

Hasta tiempo reciente el cuadro, pintado en torno a 1622, era poco conocido. La escena captura a la santa en un instante de introspección devastadora, con los ojos enrojecidos por el llanto y el cuerpo rendido a la tristeza. Gentileschi no solo retrata la melancolía, sino que la encarna.

Esa es parte de la seña de identidad de su autora. Su formación artística comenzó en el taller de su padre, el pintor Orazio Gentileschi, uno de los grandes exponentes de la escuela romana de Caravaggio. En sus cuadros desarrolló temas históricos y religiosos, los más célebres, sus pinturas de personajes femeninos como Lucrecia, Betsabé, Judit o Cleopatra, con claros rasgos feministas.

​Artemisia fue violada en 1611, cuando tenía 18 años, por Agostino Tassi, su maestro y amigo de su padre. Los investigadores e historiadores coinciden en que ese suceso tuvo una influencia determinante tanto en su vida como en su pintura.

Ahora, su «Magdalena», que fue restaurada en 2022 en los talleres del Museo del Prado, vuelve a ocupar un sitio de honor en la Catedral de Sevilla. Llena de luz y de sombras, es un símbolo de la historia de las mujeres en el arte, cuyo recorrido todavía hoy se sigue rescatando y ensalzando.