Si la has visto, seguro que te suena esa frase a la primera. Es el inicio de todo un alegato, una declaración de principios, el mejor de una serie que arrasó con todo desde su estreno. Hablamos de «Fleabag», la serie británica de dos temporadas creada, escrita y protagonizada por Phoebe Waller-Bridge que rompió todos los moldes de lo políticamente correcto y arrasó con decenas de premios por todo el mundo
La mujer imperfecta, la mujer dolida, la mujer antisocial, la mujer que se equivoca, la mujer que vive como quiere, la mujer que ama pero no tiene por qué decirlo a cada segundo. Y la mujer disfrutona, arrasadora, perturbada, demente… o tan racional que nadie la entiende.
Todas y cada una de ellas es «Fleabag», el supuesto nombre propio de la protagonista de la serie, aunque nunca se menciona.
Desde el arranque sí sabemos que es una joven londinense de 30 años, directa y descarada, que pasa por una crisis vital tras perder a su mejor amiga. Su actitud es inconformista, se acuesta con todo el que se acerca a ella, intenta no pedir dinero a su hermana Claire y se niega a llevar de una vez una vida independiente y madura.

Esa es su semblanza general, pero lo cierto es que cada capítulo desafía al espectador sin reparos, hombre o mujer. A cada minuto queremos entenderla, comprenderla, condenarla o perdonarla, pero no hay manera, porque ella hace equilibrismos sobre su propio abismo.
Pero hemos elegido esa frase, que la no la dice la protagonista, sino el maravilloso personaje de Belinda, interpretado por Kristin Scott Thomas. es monólogo brillante sobre la condición mujer, que no necesita adornos ni argumentos a favor o en contra (es objetivo, sin más) y que aquí dejamos para la posteridad:
«Las mujeres nacen con el dolor incorporado. Es nuestro destino físico: dolores menstruales, pechos doloridos, parto, ya sabes… Lo llevamos dentro de nosotras durante toda nuestra vida, los hombres no.
Tienen que buscarlo, inventan todos estos dioses y demonios y cosas solo para poder sentirse culpables por las cosas, algo que nosotros hacemos muy bien por nuestra cuenta. Y luego crean guerras para poder sentir cosas y tocarse, y cuando no hay guerras pueden jugar al rugby.
Lo tenemos todo pasando aquí dentro, tenemos dolor en un ciclo durante años y años y años, y luego, justo cuando sientes que estás haciendo las paces con todo, ¿qué pasa? Llega la menopausia, la maldita menopausia, y es la cosa más maravillosa del mundo.
Y sí, todo tu suelo pélvico se desmorona y te pones caliente como el infierno y a nadie le importa, pero luego eres libre, ya no eres una esclava, ya no eres una máquina con piezas.
Eres solo una persona«.








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