Entre las páginas de la novela «Intimidades» hay un camino desconcertante. Su mujer protagonista, de la que no conocemos nombre, identidad o edad, navega entre su acercamiento al poder y al horror, y sus reflexiones lacerantes sobre la soledad que la abruma entre sus variopintas relaciones personales.
El libro de la novelista, periodista y crítica de arte Katie Kitamura da a luz a esta protagonista reflexiva, introvertida y lúcida, que se muda desde Nueva York para trabajar como intérprete en el Tribunal Penal Internacional de La Haya.
Allí se ve obligada a traducir para un exjefe de Estado acusado de crímenes de guerra, lo que la lleva a una complicidad no deseada con él, mientras explora las intimidades elegidas y forzadas que configuran su vida en un nuevo país. Y en una nueva ciudad donde no termina de encontrar su sitio.
Confluyen las intimidades que dan título al libro y cómo estas moldean el curso de la vida de las personas. Todas a través de la primera persona de su protagonista, que describe al milímitero cada mirada, cada expresión, cada elemento imaginado o real.

Kitamura se centra así en el poder del lenguaje, la interpretación y la manera en que se pueden forzar o crear complicidades a través de la voz, al tiempo que la protagonista busca un lugar donde sentirse en casa, una búsqueda frustrante y castradora, por verse interrumpida debido a sus nuevas experiencias.
«Intimidades» es la novela más elegante (y seguramente personal) del universo de Kitamura. Consigue el mismo hipnotismo, tensión y desconcierto en el lector, incluso mayor que en su novela posterior, «Audición», donde narra las relaciones personales de una actriz consagrada.
Pero de cualquier forma, ambos libros conforman su capacidad para una prosa que muestra a mujeres enfrentándose a retos que traspasan los márgenes de su mundo. Y lo hacen, pero dejándonos un desasosiego explícito sobre su futuro. Como si quisiéramos ayudarlas sin saber nunca cómo hacerlo. O saber, al menos, qué fue de ellas.








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