Un total de 83 mujeres viudas, algún tendero, un sheriff que se está quedando ciego, su joven e intrépido ayudante y algún que otro personaje son los únicos habitantes de La Belle, un pequeño pueblo de Nuevo México en 1880.

Los maridos de todas esas mujeres fallecieron por el derrumbamiento de la mina en la que trabajaban. Ahora están prácticamente solas y salen adelante como pueden. Como también lo hace Alice Fletcher, doblemente viuda, aunque por otros motivos, con su hijo y su suegra, ambos indios, en las afueras del poblado.

Este es el contexto en el que se desarrolla «Godless», la original miniserie que en 2017 rompió los esquemas tradicionales del western dando a las mujeres un papel protagonista más allá de sus roles de esposas y sobrepasando en calidad a otras series del oeste americano más renombradas como «Deadwood». Lo hizo el director Scott Frank, creador de las famosas «Gambito de dama» o de «Dept. Q», y aunque cosechó algunos premios, hoy en día esta serie está algo olvidada.

Sin embargo, sigue brillando unos años después. Compleja por sus saltos en el tiempo y por su intrincado argumento, «Godless» requiere un visionado preciso porque ahonda en profundidad en todos sus personajes, en sus miedos, retos y fantasmas.

La trama gira en torno al personaje de Frank Griffin, interpretado por un magistral Jeff Daniels. Es un despiadado bandido que está aterrorizando una amplia zona del oeste americano y que va a la caza del joven Roy Goode (Jack O’Connell), un antiguo protegido suyo reconvertido en su mayor enemigo.

Roy, huyendo de Frank y su temida banda, se esconde en el rancho de la mencionada Alice Fletcher (Michelle Dockery, la inolvidable Mary de «Downton Abbey») y a partir de ese momento comienzan a desplegarse sus espléndidos personajes: la hermana del sheriff, que ejerce como tal en su ausencia; una antigua prostituta reconvertida en maestra; una mujer alemana refugiada que huye de su marido maltratador; o los aprovechados hombres empresarios, medio bandidos, que quieren convencer a las mujeres de La Belle de que abrir una nueva mina de plata revitalizará sus vidas. Gracias a los hombres, claro.

La sororidad entre las mujeres del poblado se construye poco a poco frente a las amenazas. Se va conformando un feminismo frágil que se sostiene sobre la búsqueda de la capacidad de poder sobrevivir por sí mismas, pero fraguándose a fuego lento.

Aunque todos los relatos que incluye son magistrales, solo por el último capítulo merece la pena disfrutar de «Godless». No es una miniserie convencional y aunque utiliza muchos de los recursos y planos típicos del western, se reserva varias sorpresas y, lo más importante, ofrece una visión femenina de un género masculinizado hasta el infinito. Una frescura necesaria y potente.